INFORME DE LECTURA
El desbarrancadero moral de Vallejo
El
Desbarrancadero/ Fernando Vallejo/ Alfaguara/ 2001
Fernando
Vallejo es uno de los autores colombianos más controvertidos en la escena literaria
contemporánea. Pianista, gramático, cineasta, biólogo, literato y ensayista son algunas
de sus facetas. Su prosa desmesurada, pero meticulosa con el idioma, es una de
sus principales características. Obras polémicas como La Virgen de los Sicarios,
El Desbarrancadero y La Puta de Babilonia lo han consolidado como un escritor
de reconocimiento universal.
El desbarrancadero es hasta ahora su obra más íntima y personalísima.
En el interior de éste plasma fielmente lo que es su original carácter. De
manera sencilla se podría decir que es una catarsis emocional de Vallejo
llevada a la forma de novela, en consecuencia a la muerte de su amoroso padre y
posteriormente la de su estimado hermano Darío. Pero más que dicha purga de
emociones, El desbarrancadero se permite componer un espacio ideal desde el
cual un narrador en primera persona vitupera y exorciza sin pelos en la lengua,
unos tras otros, opiniones y recuerdos personales. En una de sus páginas, el
autor describe su obra como un “deshilvanado
recuento de verdades”.
La narración
no es lineal y Vallejo puede parecer un poco divagante en su manera de llegar a
alguna consumación en específico. Sus historias van y vienen entre los años en
los que vivía en Medellín con su madre a quien llama ‘La Loca’ y el momento en
el que tuvo que volver desde México a Colombia para ver morir a su padre y,
después de haber jurado nunca más volver, tener que regresar para acompañar a
su hermano en su agonizante muerte por causa del VIH.
El libro ha
sido tanto premiado como criticado ampliamente por lectores y escritores desde
su aparición. Puesto que, aunque gracias a la destreza narrativa del autor, el
encadenamiento de la ideas y de los giros narrativos no llegan a confundir al
lector, ciertamente la obra se torna fatalista y desbordada de los cánones
típicos de una literatura constructiva. Su persona y su conciencia hablan en
voz alta durante las 194 páginas del Desbarrancadero. Vallejo bota allí las
máscaras y se desnuda espiritualmente frente al lector, aparentemente sin
importarle el hecho de pecar de inmoral, inhumano o egocéntrico.
En el texto,
es reflejado el amor incondicional del protagonista por su hermano, por su
padre y por los animales. Mientras que, a través de anécdotas, va desarrollando temas como su homosexualidad y la de su
hermano, el rencor a su madre, el odio a la mujeres embarazadas, a los curas, a
los médicos; su desprecio por el papa Juan Pablo II, por Einstein, por Newton; su
aversión por Medellín, por Colombia, y en general, por la toda la humanidad.
Para él Colombia es un país “pobre pero
rico en odio”, su madre la tirana irascible y su padre el fiel esclavo
enamorado de ésta.
A su hermano
menor lo denomina Cristoloco o el Gran Güevon, a su madre cuenta que no le
dirigía palabra desde su infancia y la culpaba de la muerte de su padre. A éste
relata que le aconsejaba: “Dejá esa vieja
y lárgate con una muchacha de veinte años. O con dos. (…), y que seas feliz y
si no te sirven el par de putas cambialas que mujeres es de lo que hay en este
mundo, y a cuál más mala”.
A su hermano moribundo le parlaba: “Viví, Darío. Fumá, tomá, pichá que la vida es corta. La vida es para gastársela uno en el aquí y ahora, dijo Horacio, dijo Ovidio, digo yo”. A su hijo, en el caso de que lo tuviera, dice que le diría: “El mundo es de los vivos y el cielo de los pendejos, (…), a tus inferiores humíllalos, a tus superiores cepíllalos, y cuando tus superiores caigan, dales con el cepillo en la cabeza que la lealtad es vicio de traidores…”. Todo lo anterior conjetura hechos y expresiones perturbadoras que explican y ayudan a comprender la enardecedora moralidad, libre de paradigmas religiosos y sociales, que presentes en sus libros y conferencias han hecho célebre y controversial al escritor Fernando Vallejo.
A su hermano moribundo le parlaba: “Viví, Darío. Fumá, tomá, pichá que la vida es corta. La vida es para gastársela uno en el aquí y ahora, dijo Horacio, dijo Ovidio, digo yo”. A su hijo, en el caso de que lo tuviera, dice que le diría: “El mundo es de los vivos y el cielo de los pendejos, (…), a tus inferiores humíllalos, a tus superiores cepíllalos, y cuando tus superiores caigan, dales con el cepillo en la cabeza que la lealtad es vicio de traidores…”. Todo lo anterior conjetura hechos y expresiones perturbadoras que explican y ayudan a comprender la enardecedora moralidad, libre de paradigmas religiosos y sociales, que presentes en sus libros y conferencias han hecho célebre y controversial al escritor Fernando Vallejo.
Junto con La
Virgen de los Sicarios, su primera
novela, El desbarrancadero es una de sus obras más aplaudidas por muchos otros
autores y, especialmente, por los lectores del público juvenil. Quienes son los
que más se sienten identificados con muchas de las ideas iconoclastas que, a lo
largo de su carrera artística, el autor ha sostenido acerca de temas como la
religión, el veganismo, la política, la sexualidad, la física, la gramática, e
incluso, sobre las teorías cuánticas y evolucionistas.
En casi
todas las páginas de la obra, las palabras ‘puta’, ‘loco’, ‘pendejo’,
‘chambón’, e ‘hijueputa’, generalmente acompañadas de un signo de exclamación o
interrogación, dan un toque colombianizado a la narración. Sin contenerse en
peyorativos términos hacía su madre o su ciudad natal, hacia las mujeres, los
médicos, los sacerdotes o la dignidad humana, y anteponiendo las virtudes de
los animales sobre la de los ‘racionales’, el autor ubica su criterio personal en
el paredón de la opinión pública y permite entrever un poco de su caldeada base
moral sobre la que argumenta sus obras literarios. Postura ética y moral que
aparte de consolidarlo como unos de los más polémicos y reconocidos autores en
español, lo han ubicado como un eje de opinión en cuanto a temas actuales como
el aborto, la homosexualidad, el derecho a la libre reproducción del hombre y
los derechos de los animales.
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